Labeling de Emociones.

Publicación por:  Sandra López Aparicio
Coach de Habilidades Clave
Existe la creencia, o al menos así se expresa al hablar coloquialmente, de que las emociones se pueden controlar o “tenemos que” controlarlas. La realidad es que las respuestas emocionales no son “evitables”. Las personas que dicen que pueden controlar sus emociones, seguramente se refieren a que hacen una de estas dos cosas:

  • Posponen su respuesta emocional (su reacción corporal no se evidencia en el momento, pero termina saliendo más temprano que tarde).
  • Dirigen la respuesta emocional hacia sí mismos (el cuerpo la experimenta como algún tipo de dolor físico).

Con ello, es evidente que ese “control” no es tal, ya que el equilibrio se ha perdido…

Entonces, ¿qué es lo que sí podemos hacer?

Además de reconocer que se trata de un mecanismo que tenemos para nuestra supervivencia y adaptación, podemos REGULAR las emociones, en cuanto a su intensidad y en cuanto al tipo de respuesta que damos. La regulación de la respuesta emocional es una habilidad necesaria para muchos contextos sociales y también sumamente útil para nuestro equilibrio y bienestar.

Poder regular una emoción abarca principalmente dos aspectos. Comenzamos por identificarla, ser conscientes de ella: implica que prestemos atención y entremos en contacto con las sensaciones físicas que experimentamos. Hablamos de un sentir corporal: ¿en qué lugar concreto del cuerpo siento?, y ¿con qué intensidad lo hago? Por ejemplo, “siento una piedra caliente en la boca del estómago”. Además de la sensación física, tomamos también consciencia del pensamiento que la acompaña. De modo que inicialmente nuestra atención va tanto al cuerpo como al pensamiento.

Seguidamente, haría falta ponerle nombre a esa emoción: así deja de ser algo vago, desconocido, pierde su fuerza de alguna manera; puedes verla e identificarla, puedes hablar de ella en vez de actuar secuestrada/o por la misma. Es lo que se conoce también como “labeling” o etiquetado: el acto de identificar y poner nombre a una emoción.

Estudios de neurociencia han demostrado que el simple hecho de reconocer y nombrar una emoción puede tener un efecto poderoso para sofocarla; ya que el hecho de etiquetarla involucra a nuestro cerebro ejecutivo (corteza prefrontal), transformando la emoción en un objeto de escrutinio, e interrumpiendo así su intensidad. “Al poner tu emoción en palabras, has creado, simultáneamente, una nueva perspectiva desde la que puedes ver el sentimiento y has proporcionado, a la vez, una etiqueta para el sentimiento mismo, de ese modo sabes lo que sientes. En ese momento eres “tú” el que siente “esto”, y “esto” está ahora separado de ti. No se trata de algo que eres, sino de algo que “tú” estás sintiendo. El acto de nombrar te permite verte como un “agente”, experimentando un sentimiento reconocible, en lugar de ser una víctima pasiva del sentimiento” -Leslie Greenberg-.

Hay que tomar en cuenta que ese etiquetado debe ser algo simbólico, y no convertirlo en un diálogo largo sobre la emoción, ya que la intención es reducir la intensidad de la misma (no volver a reavivar la incomodidad sentida). Etiquetar una experiencia emocional difícil, permite recuperar “el control”, aunque solo sea por un momento. Se genera una «distancia» con el evento inicial y -en cuestión de segundos- encendemos nuestro lóbulo frontal, que ralentiza cuerpo y mente y nos facilita el elegir una respuesta.

Practica el etiquetado emocional siempre que puedas. La expresión saludable de las emociones tiene lugar cuando las nombras, sin juicio y con compasión hacia ti misma/o. Recuerda que el propósito principal al nombrar una emoción es hacerla visible, sentirla y así poder tomar una mejor determinación sobre qué hacer con ella. El ejercicio de descubrir y expresar emociones hace que nuestro “músculo” de autoconsciencia se desarrolle; facilitando cada vez más la conexión tanto interna (intrapersonal) como externa (interpersonal), al expresar sentimientos de manera más clara y directa a los demás. A medida que aprendamos a prestar mayor atención a nuestros sentimientos, a identificarlos y compartirlos con los demás, aumentará nuestro bienestar personal, así como la calidad de nuestras relaciones.

12/04/2021

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